AVUI A POL

El balón al pasto per Héctor Farrés

Menos mal que esto se acaba

Tres partidos más. Solamente tenemos que aguantar tres más y podremos empezar a olvidar, si es que no lo hemos hecho ya, está temporada tan mediocre. Lo necesito. Confesaré una cosa: este año solamente he visto el 25% de los partidos y de esos, el 5% en el estadio. No he sido capaz de ver la decrepitud del Espanyol. He preferido mirar hacia otro lado, esperar y observar desde la distancia. Desconozco si ha sido lo correcto; pero ha sido lo más sano. Parafraseando a uno de los entrenadores más ilustrados que ha pasado por estas tierras: "Cuando he querido no he podido; y cuando he podido ya no he querido".

Viendo las desiertas gradas del RCDE Stadium no me he sentido tan solo en mi purificación. Ahora toca que el club también se sanee. Por el momento ya ha dado el paso más importante: cesar a Quique Sánchez Flores, uno de los mayores responsables de esta pantomima inaguantable. Un entrenador que quería llegar a los sentimientos de todo el espanyolismo y que, desde luego, lo ha conseguido. Pero por el lado equivocado. Absolutamente todos los estamentos del club han terminado asqueados, incluidos los jugadores, por el rumbo que ha tomado el Espanyol más caro de la historia bajo el mandato de uno de los técnicos que más emolumentos percibía de LaLiga.

Aunque tengo que reconocer que el camino que ha tomado el equipo no me ha sorprendido en exceso, pues el curso pasado ya se podía intuir qué depararía el futuro más cercano. Es cierto que hace un año la verticalidad y la solidez defensiva eran particularidades inequívocas del juego del equipo por muy poco vistoso y aburrido que resultara este estilo. Esta temporada ha sido todavía peor; porque no ha habido ni 56 puntos ni una 8ª posición que avalaran tal vergüenza. Y cuando los resultados no acompañan aquel que se despierta siendo un erudito futbolístico con don de palabra se acuesta siendo un charlatán de ego desmedido abonado al patapum pa'arriba'.

Y menos mal que el Espanyol ha podido apoyarse en Gerard Moreno, al que tanto critiqué en su primera temporada como blanquiazul. Esta temporada, sin lugar a dudas, se ha convertido en el salvavidas periquito. Si no marca él no marca nadie y así no se puede ir ni a la vuelta de la esquina. Es capital ofrecerle un proyecto creíble en el que él sea el buque insignia; si no es posible más vale venderlo y sacar algún rédito porque Gerard ha demostrado estar varios niveles por encima del Espanyol.

Ante este oscuro escenario la pregunta es evidente: ¿A dónde queremos llegar? Si la respuesta es seguir sesteando y mirar envidiosos desde los puestos más insípidos como el Betis de turno va a Europa ya sabemos que lo estamos haciendo excelentemente bien. Por el contrario, si queremos ir hacia arriba el Espanyol está obligado a sacudir el árbol y provocar un cambio radical que le ofrezca la oportunidad de, al menos, luchar por algo que no sea la permanencia. Con David Gallego se ha visto más o menos el mismo juego; pero la intención de querer salir limpiamente desde atrás o no rifar el balón con pelotazos a lo desconocido por decreto es de agradecer. A partir de ahí es donde hay que empezar a edificar el nuevo Espanyol. Todos lo merecemos.

Héctor Farrés


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